miércoles, 21 de diciembre de 2011

Miró otra vez al espejo. Una mujer justo detrás de su reflejo le sonreía y lo saludaba con la mano. Harry levantó una mano y tocó el aire a sus espaldas. Si ella estaba realmente allí, debía poder tocarla, sus reflejos estaban tan cerca, pero sólo sintió aire… ella y los otros existían sólo en el espejo.
Era una mujer muy linda. Tenía cabello rojo oscuro y sus ojos… “sus ojos son como los míos”, pensó Harry, acercándose un poco mas al espejo. Verde brillante, exactamente la misma forma, pero entonces notó que ella estaba llorando, sonriente pero llorando al mismo tiempo.  El hombre alto, delgado, de pelo negro, de pie al lado de ella, le pasó el brazo por los hombros. Usaba anteojos y su pelo estaba muy alborotado. Y se le ponía tieso en la parte posterior, igual al de Harry.
Harry estaba tan cerca del espejo que su nariz casi tocaba su reflejo.
-          ¿Mamá? – susurró - ¿Papá?
Entonces lo miraron, sonriendo. Y lentamente, Harry fue observando los rostros de las otras personas y vio otro par de ojos verdes como los suyos, otras narices como la suya, incluso un hombrecito que parecía tener las mismas rodillas nudosas de Harry. Estaba mirando a su familia, por primera vez en su vida.
Los Potter sonrieron y agitaron las manos y Harry permaneció mirándolos anhelante, con las manos apretadas contra el espejo, como si esperara pasar al otro lado y alcanzarlos. En su interior sentía un poderoso dolor, mitad alegría y mitad tristeza.

~Harry Potter y la Piedra Filosofal.

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