domingo, 3 de marzo de 2013

Pero el zorro volvió a su idea:- Mi vida es monótona. Cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero si tú me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de los demás. Los otros pasos me hacen esconder debajo de la tierra. El tuyo me llamará fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira: ¿Ves allá los campos de trigo? Yo no como pan, por lo tanto los campos de trigo no me recuerdan nada. Para mi el trigo es inútil. ¡Es muy triste!, pero tú tienes los cabellos dorados. ¡Será maravilloso cuando tú me hayas domesticado! El trigo dorado hará que me acuerde de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
Al día siguiente el Principito volvió.
-Hubiera sido mejor que volvieras a la misma hora- dijo el zorro-. Si tú vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, desde las tres comenzaré a ser feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado, inquieto, solo así descubriré el precio de la felicidad. Pero si tu vienes a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón.

El Principito ~

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